@sovotodoeltiempo: una poeta en la app de las selfies

Por Café Azar. Buenos Aires – Posadas, Misiones. Antropólogo y gestor cultural

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Lo poético. Existe una geografía de los territorios en donde la poesía se desarrolla. Cómo en toda cartografía, los itinerarios son los de las prácticas de ocupación, los del poder que se instituye naturalizando sus visiones. En ese mecanismo, la palabra esencia sirve para naturalizar lo apropiado, lo sometido. Sin embargo, todo territorio es político. Y es permeable a las raras formas que asume la historia. Con un pesimismo esperanzado, Walter Benjamin vislumbró la pérdida del aura en tiempos donde lo original se mimetizaba en reproducciones infinitas. La esperanza estaba en ese arte de masas que se iniciaba (la fotografía, el cine) podría bien ser utilizado como herramienta emancipadora. Aquella lejanía que aparecía en la obra, lo irrepetible, sería modificada para siempre en el desarrollo capitalista. Muchas veces suelo pensar sobre cuál sería su reflexión sobre el tsunami provocado por la web en las relaciones humanas. Su imagen se me aparece como quién con una aguja pincha las burbujas de colores en el aire. Nuevas subjetividades – antes impensadas – modificaron también los procesos, las condiciones de producción, los soportes y los formatos del llamado hecho artístico.

Instagram es una aplicación y una red social pensada desde los celulares (esas pequeñas computadoras portátiles que antes eran teléfonos) cuyo fin, al menos en la definiciones preliminares, era el de compartir fotos, videos e historias efímeras de veinticuatro horas. Eso era lo previsto, pero como en gran parte de lo que solemos hacer los seres llamados humanos, del dicho al hecho hay mucho trecho. Si uno recorre el feed, o las historias de Instagram se va a encontrar (aparte de la publicidad – manifestación territorial del dios algoritmo cuya presencia es más palpable que el silencio indiferente de muchas de las divinidades conocidas) con selfies, fotos de paisajes detrás de una selfie, cantidades increíbles de imágenes de comida, cuerpos desnudos sólo cubiertos por algún que otro pixel en alguna parte, más selfies (con filtros), muchas frases de autoayuda, propaganda política y religiosa, y más selfies (con orientaciones políticas, religiosas, new age y más filtros).

Sin embargo, hay quienes escapan a los formatos homogeneizantes, quienes prefieren las conjunciones antes que las conexiones. Como bien propone Franco “Bifo Berardi” la conjunción implica un otro, un diferente; en cambio, la conexión es un encastre de estándares prefigurados, la expulsión de lo diferente, la irregularidad y, claro, de la libido y el deseo. Si creemos que el arte está íntimamente ligado al goce demás está decir que por fuera de lo previsible o – al menos – saca a lo previsible de su lugar, de su logo.

@sovotodoeltiempo es una cuenta de Instagram, pero además es un espacio poético en la red. Sus posteos combinan imágenes y palabras. “Vomito texto” se lee en la bio. Se pueden ver en cada publicación los contornos, torsos y extremidades del imaginario renacentista, la estética de la publicidad gráfica de los cincuenta, capturas de pantalla de películas, videos o cuadros de diálogo, fotos familiares casuales, estampitas religiosas, algún paisaje, flores y gatas y gatos. Cada fragmento dialoga por continuidad o cruje interpelando a quien se detiene frente a la imagen. Y eso, es sólo la primera experiencia.

Después uno lee. Primero la imagen atacando el inconsciente, después la lectura, un cierto orden. Las frases están incrustadas con fuentes diversas. Son frases cortas. Condensan en sí, significado y sonoridad. Cómo breves melodías envueltas en un groove sincopado y persistente. Están como recortadas, arrancadas, de un texto más extenso, aunque eso todavía no lo sabemos. El feed continúa en las historias.

Y allí, desnuda, en una plantilla, con una fuente básica está el poema, el texto del cual salió la frase. Escupiendo rimas, a veces circulares, tallando metáforas, como un flujo de imágenes coloquiales que quedan flotando tras su lectura. El texto está presentado de tal manera, que la palabra – medio por el cual se producen las imágenes poéticas – asume todo su poder.

@sovotodoeltiempo es una matrioska en donde imagen y texto se van descubriendo en las diferentes pantallas que dispone la app. En tiempos donde la inmediatez pareciera ser la única forma de sensibilidad (de eso se trata el término y el concepto de “conexión”) esta breve vuelta nos hace detener un instante el vértigo minimalista del pulgar ante la pantalla del Smartphone. Las temporalidades disponibles en la aplicación pueden pensarse como otra suerte de collage que configura el gesto poético.

Todo universo tiene quien lo crea. Un autor, un demiurgo. Sustantivos masculinos. Podría escribir autora, con demiurgo ya se complica. Cosas de dioses griegos. Sin embargo se trata de una entidad, una divinidad. Algo hace ruido ahí. Hay una figura femenina, a quien Demiurgo creó para iniciar el proceso creativo. Podría pensar, forzando algunas interpretaciones, que Eurínome no solo creó el mundo, sino que también Demiurgo fue parte de su creación. En @sovotoeltiempo la creadora, autora de ese universo, es María Tressol. Artista residente en Oberá (Misiones) que combina – bajo el alter ego de Maríaprima – el arte del hip hop, como solista y parte de esa propuesta musical tropicopsicodélica llamada Mirti (junto al artista plástico y músico @tuguaina y la fotógrafa y realizadora audiovisual @ojolotecam), el tatuaje handpoke y la confección de terrarios del monte misionero en @micromontee. María interviene, con su visión creadora, géneros, lenguajes y, porque no, apps. Y en su intervención abre los portales de lo poético en los lugares más inesperados. Cómo Eurínome, danzando en el caos de una red social, María crea su propio universo de imágenes y palabras.

Por último, valdría la pena pensar, la producción literaria en soportes impensados. Instagram se lanzó en octubre de 2010. “Desde aquí”, dirían los artistas instagramers  se crea, se propone, se rasgan los velos que la naturalización de lo dado suele opacar. En ese acto poético se disuelven los protocolos burocráticos que – con el diario del lunes – constriñen el riesgo que los creadores asumen en la experimentación de los lenguajes. Hay tradiciones, hay sotaques, hay estilos que responden a procesos históricos, campos semánticos particulares resultado de batallas simbólicas (muchas de ellas sangrientas), sin embargo, el artista interpela su lugar, su historia y lo filtra con el background del campo simbólico que abreva. Así se vislumbra el aura.  Aun en tiempos, ya no de reproductibilidad técnica, sino de redes sociales tan virtuales.

En fin: “Buena suerte, más que suerte (sin alarma)[*]”, me voy corriendo a ver cuántos likes tiene mi última selfie.

Imágenes: provistas por el autor


[*] Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: Vencedores vencidos (Beilinson/Solari)

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