Por Luis Daniel Flores. Posadas. Médico y escritor
“Como un limpio amanecer” me despertaba cada mañana, muy temprano, casi de madrugada, lleno de deseos juveniles.
Con esas “sombras que no olvido”, “mi esperanza buscaba en el alba”, “con un sueño inmensamente azul”, la claridad del futuro que pensaba seria brillante, exitoso, con afectos amorosos cumplidos.
“Siempre la recordaré”, a esas mañanas místicas donde “duende andaba el aire”. Y yo pobre, esperando.
“¿Dónde duerme el viento de mi voz?”, “¿Dónde se habrá ido ese viento que el recuerdo quedo conmigo?”, en la “dulce región de mi soledad”.
Ahora me llegó “la tarde rumbo a su misterio, agonizando el sol”.
“Dicen que el olvido es cruel”, por eso “guardo aquel recuerdo, como un sueño azul”.
-Por las dudas no tenés algún CD de las Voces Blancas? – Le dije a Celio.
-Sí, tengo dos…
-Pero deben tener «zamba azul…«
-Si las tienen, la vieja y la nueva versión.
-Quiero escucharla….
Entonces aparecieron los primeros acordes de la guitarra y luego las voces con «como un limpio amanecer…« y se me hizo un nudo en la garganta…
Para que ocultar, le dije entonces al vendedor: -Eso me trae tantos recuerdos. Me llevo los dos CDs-. Fue el dinero mejor gastado.
Así nació esta pequeña historia, que comenzó hace muchos años, en mi adolescencia. Con 16 años. Con mi inocencia a cuestas, pero con ideales y ganas de conocer el mundo. Y esa melodía romántica y sentimental me despertaba cada mañana, muy temprano. A las seis. En aquel internado. Y ahora muchos años después, demasiados como para soñar otra vez, se me humedecen los ojos al recordar aquellos años de adolescente, de grandezas no logradas, pero también con realizaciones felices, con éxitos y frustraciones, ya demasiado tarde para tratarlos a esos dos como impostores. Con la tranquilidad por la vida transcurrida, admiro esos sentimientos que me invadían, cuando con solo 16 años, escuchaba aquella zamba azul de las Voces Blancas.
NEACONATUS 