
¡Cómo están las redes sociales!, ¿vio?
En segundos se viralizan historias por las que una, desde su posición de escritora, no hubiese dado un céntimo de garantía.
Pero sí; ahí están.
“La” China y “la” Wanda icardeándose entre ellas mientras las palabras se forman y transforman (como ocurrió siempre) para que podamos entendernos.
Estoy abanicándome para no caer otra vez en un soponcio irremediable al leer los titulares de los medios gráficos: “Vamos haber si el futbolista deja la pelota por amor”, “¿Voz te tiroteastes con la zorra?”
Decido sentarme en posición baddha konasana y recitar el Om varias veces para hallar sentido a tantos derrapes. Encuentro equilibrio animándome a considerar la cantidad de filósofos y moralistas que se llaman a debate (ellos solitos) opinando sobre fidelidad y altruismo. Supongo que hicieron antes lecturas veloces de Heráclito, Comte, Beauvoir y Bauman y entonces me animo y aplaudo la interconectividad de la globalización capitalista.
Teniendo en cuenta que las redes no son más que el espejo dialéctico de la sociedad, y que la lengua evoluciona (¿?) al compás de ésta, el icardeo es un sucesor del borocoteo aparecido hace algunos años. Supongo que, aunque la acción está más actual que nunca, en este momento la relación entre el sustantivo propio y el verbo al que dio origen ya no se recuerda.
En defensa de los millenials, diré que en este momento hay una tendencia declarada a imitar la oralidad en el lenguaje escrito. La ortografía no empeoró con las redes sino que se multiplicaron los errores ya que en este siglo XXI, la gente en vez de hablar, se escribe.
Según Edward Sapir (1921) “La lengua es el arte más inmenso e integrador que conocemos, un trabajo lento y descomunal de generaciones anónimas”; pero, diría mi prima Margarita que de reglas y normas sabe muy poco, los influencers no lo tienen en cuenta. Todo “segual” a la hora de hacer circular historias.
Yo de pichada nomás ya que armo terribles test ortográficos y gramaticales varias veces a la semana en mis redes sociales y me siguen tres o cuatro nerds que dicen estar felices de poder probarse en conocimientos de escritura.